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Extremaficcion tabloide (1996-1998)
Wednesday, 7 January 2004
Buenos Aires Septiembre de 1996 Numero Uno Vale Un Peso









 




EL FUTURO


Como sabrán, a cada momento llegan futuros.


Hemos cazado algunos al vuelo.


Luego de abrirlos con instrumentos apropiados y filosos, los hemos viviseccionado y eviscerdo.


Hasta el momento, ninguno respondió a nuestras expectativas y es la causa de alguna pena nuestra.


Sus restos, ya vaciados, los hemos tirado en algún tacho de residuos habilitado para tales fines.


En este punto es donde comienza el otro lado de nuestras vidas.


A la noche, vestidos con andrajos, revolvemos la basura, y hacemos una selección rigurosa de qué sirve y qué no sirve.


Aquí, el hueso mondo de un ave asada.


Allá, el frasco vacío de un elixir.


Y de pronto nuestras manos tropiezan con una especie de cáscara: es el cuero vacío de un futuro que habíamos descartado.


Lo guardamos en una bolsita y lo llevamos a nuestras casas.


Una vez allí, lo cocemos a otros cueros cirujeados en días y meses anteriores, y de este modo nos hacemos la ropa.


Así nos presentamos ante el mundo y estamos esperando una respuesta.


En la realidad o en la ficción.


En un mundo reducido y mezquino, tenemos rivales.


Otros podrán igualarse, paro nadie podrá igualarnos.


Para festejar este acierto, convocaremos a un concurso de la especialidad.


Lo denominaremos Primer Concurso Latinoamericano de Poesía.


Podrán participar todos aquellos poetas residentes en cualquier parte de América Latina, de cualquier edad y porte, pero no podrán aspirar a los premios.


Estos, importantes y prestigiosos, estarán tan sólo reservados a nuestros amigos, siempre y cuando no sean nuestros colaboradores especiales.


Creemos, de este modo, corresponder a la fidelidad de aquellos a los que habremos de favorecer en el futuro.


Nos creamos así un motivo de alegría, y por eso habremos de encender una hornalla.


El fuego es un ser valeroso que no le teme a nada, pero no sabemos de qué modo reaccionará con la olla que le pondremos encima.


Hoy, ya mismo, se siente un olor peculiar.


Veamos que hay de comer.



D. E. W.






Es el gato el que está perdido.


Ha sido buscado por tantas calles que algunos sugieren darlo por olvidado.


Eso no es posible, un gato permanece. Ha sido dotado de un don de ausencia, cuya acción socava un hueco en el tiempo, sitio en donde el gato se oculta cuando decide desaparecer. Un gato que no está es una presencia que, porque no decirlo, produce angustia. Por ejemplo, al gato éste que se perdió, se lo busca durante la noche. De día, mañana y tarde, se descansa. La reposición de energía es indispensable para lograr una concentración adecuada en la pesquisa. El reposo incluye degustación de comidas, sueños de siesta, caminatas recreativas y alguna labor liviana. En todo este tiempo el gato también descansa. Su hueco de ausencia le ha permitido flotar por sobre los sitios que su capricho demande, incluso por las cabezas de aquellos que lo creen muerto. Claro está que quien emprende un trabajo de tanto riezgo es porque siente un vacío en su vientre que no puede llenar; es el hambre extraño que se manifiesta en aquél que ha emprendido la búsqueda de algo que no sabe que existe, o sabe que existe vacío. Así, el hueco de ausencia es ubicuo y su carga, el gato que le da sentido, se acomoda en él como un ovillo.Todos los gatos del mundo tomarán un día el camino que no vuelve y, a su vez, todos los gatos que se fueron están con nosotros. Estas razones puestas a rodar junto a los actos que nos disponemos a ejercer, ¿no nos hacen dudar sobre la utilidad o no de buscar a nuestro gato que está perdido? Hay que ser realista: un gato extraviado está oculto a nuestros ojos. Quizás sea avistado por otros que nunca nos comunicarán lo que han visto. Nosotros sabemos que nuestro gato es diferente, pero para cualquiera nuestro gato es igual. Puede ser que lo confundan con otro y lo saluden. Nuestro gato seguirá de largo para perderse en lo oscuro. Tal vez no regrese jamás. Las cosas no son por completo de este modo. Si limitásemos al gato a un cuerpo elástico que vive en nuestro espacio, que se frota a nuestra pierna para decirnos que él está y nosotros también, que puede observarnos desde el techo o desde el piso y decir con una vocal lo que a nosotros nos llevaría oraciones, a nuestro animal le faltaría la mitad de la vida. El gato es más que un ser animado, su alma va por delante, tiene zarpas más veloces que su carne. Huye de la muerte aunque muera. Tal persistencia justifica la nuestra. Tal día es, tal día se extravió, tantos días se lo busca. Se sale de noche, con una linterna, acompañado por alguien, en lo posible, por si hay agresiones. En cada calle o grupo de calles hay barrios de gatos, protegidos por el silencio y por mujeres que en secreto, clandestinas, reparten alimento. Van agazapadas, cargadas de bolsas con comida cocinada en ollas altas, revuelta con cucharas de madera, a fuego lento. Mediante un acuerdo entre benefactora y beneficiarios, se instauran paradas en donde se efectúa el encuentro, a horas exactas, con intercambio de gestos y movimientos rituales. Las mujeres de los gatos recorren su circuito a paso vivo, descubren nacimientos, constatan defunciones y regresan a ocultarse a sus casas. A veces en su viaje, entre una cita con una familia atigrada y otra negra con cuello blanco, son atacadas por gente que las odia. Les dicen viejas, brujas y diablo. Les gritan y hasta les pegan. Nosotros aprendemos de ellas y nos volvemos sigilosos. Caminamos con la vista hacia abajo, luego hacia arriba, alerta a las cornisas, vuelta abajo y a un costado, luego al otro y adelante. Debajo de autos hay gatos, buscamos. Hay dos grices, uno más pequeño, son madre e hijo. Se oye un llamado repetido que viene de un árbol. Nos orientamos por el oído y encontramos un gato anaranjado que pide algo, pero no a nosotros. En una esquina hay tres que se reparten una bolsa de residuos. A media cuadra pasa uno que huye. Por la luz de un portón salen dos hembras tricolores y entra uno blanco. Desde el medio de la calle nos mira uno gris con manchas blancas y no se mueve a nuestro paso. Ninguno es nuestro gato.


La noche profunda nos sorprende absortos en una tierra que no comprendemos. Las horas se escurren y los gatos van tras ellas. Nosotros resbalamos, somos niños. Con dolor en la cintura por andar encorvados, buscamos el camino de vuelta. No dejamos señales y nos cuesta orientarnos. Cuando hallamos el rumbo y avistamos nuestra puerta, ya es de día. Entramos, sin nada en las manos.


Una mañana despierta alguien.


Ha soñado con gatos, pero no recuerda qué.


Con la sensación de haber pertenecido a algo para luego huír, se incorpora de su lecho. Mira alrededor suyo e interroga al entorno, ropas que se cubren unas a otras sobre muebles abarrotados de sí mismos. Abre la puerta y entra la luz. Es de mañana avanzada, parte de la vida ya hizo su historia. En el baño, tras una micción, la persona que recién despierta queda arrobada al pie del inodoro. Transcurre un tiempo, que no se puede mensurar, hasta que el pasmo se rompe. Se lava las manos y le dice a su rostro en el espejo "yo vi un gato". Esa idea lo acompaña en su desayuno. De lo soñado quedan algunos sonidos. Pasos, rasguños sobre maderas, hojas que se agitan, son la música de su cabeza. En cierto momento, cuando cree estar más lúcido, se ríe de lo dicho en el baño. ¿Qué tiene de particular ver un gato? Todos los ven, en la calle, en casas de otros, en imágenes impresas, en la televisión. Si no se los ve, se los oye. Los gatos poseen un registro vocal amplio y pronuncian vocales. Hablan y a veces se los confunde con bebés. Quién no los oyó alguna vez.


Transcurrida una mañana, olvidada la tarde, alguien está en la calle. Camina hacia la casa de otro, que vive cerca y no lo espera. La calle todavía es transitada por gente que en general vuelve. La sensación de regreso es lo que prima en el ambiente. De todas las atmósferas posibles, han elegido ésa. Algunos trabajan y es lógico querer ir al hogar cuando termina la jornada. Otros no trabajan, pero también parecen desear un resguardo. Alguien va cuando todos vuelven, a la casa de alguien que es seguro que ya volvió. Una vez arribado, se anuncia con el timbre. Tras un lapso de algunos segundos, del otro lado de la puerta alguien pregunta:


--¿Quién es?


--Yo.


El habitante abre la puerta y hace ver su rostro.


--Qué pasa.


--Perdí mi gato.


Al decir lo que ha dicho, la persona tiene la sensación de quedarse vacía. Las palabras pronunciadas funcioan como un lastre que se expulsa. Con un alivio que no era el esperado, la persona da la vuelta y se aleja.


El día que esto sucede han nacido cinco gatos en una casa vecina. La gata madre ha tenido un parto normal.


 


 




Había dos categorías: la categoría de escuela y la categoría de barullo. En a) la gente recibía información pormenorizada sinóptico que facilitaba la comprensión. En b) se cultivaba la danza y los cantos alegóricos. Un miembro de a) era sensible a los números y la geometría. Se hablaba de Euclides y las rayas en el espacio. Los miembros de b) bailaban en trompos desarticulados, sin saber que su trayecto de danza, era un postulado No Euclidiano. A falta de cuadros sinópticos, la información se filtraba por los costados y ellos eran poseídos sin semátca.


Un día los Euclidianos quisieron saber lo que sucedía en b). Anotaron en hojas cuadriculadas el trayecto de una elipsis, la perpendicular a la parábola, el punto final de la danza, a tres centímetros sobre el nivel de la hoja. En ese punto depositaron su atención. ¿Cómo podía el punto, suspendido, balanceado en el aire, mantenerse inmóvil?


Los miembros de b), a todo esto, levitaban. El cuerpo laxo permanecía en el aire, apenas hamacado por el viento. En esta posición algunos tatuaban sus cuerpos con dibujos antropomórficos o flores de variado color. Otros se pasaban papelitos con mensajes en castellano tardío. También estaban los que nada hacían, es decir, flotaban en el aire solamente.


El grupo b) agitaba sus apuntes en la hoja. Era incomprensible el balanceo en a)! ¡Era descabellado volar así!


–Están tachando el pensamiento de Euclides –decían.


–Están parodiando el aforismo geométrico.


–Se están masturbando en Dios.


–Debe ser algún hada que los ayuda.


El hada Casandra amontonaba lentejas en una vasija. Eran lentejas del árbol aéreo, más conocido como Ciprés Liviano.


Casandra cocinaba un guiso mágico que los No Euclidianos devoraban en silencio. Nadie hablaba mientras la cuchara se metía en la boca. Estaba la cuchara adentro y la lengua perdía movimiento, capacidad de decir a. Aí callados y con la barriga llena, se echaban al sol de la tarde y en la siesta se elevaban: danza, digestión y misterio.


Mientras tanto, El Cabezón Aníbal, jefe de los Euclidianos, almacenaba sabiduría en su biblioteca encefálica, El pelo enrulado cubría los casi ocho tomos en los que transcurría su conociiento. A veces, para atrapar un aidea, tardaba el doble que sus compañeros. Y esto era comprensible, ya que entre significado y significante, había una distancia de 25 cm o más.


Aníbal –que a esta altura del cuento tendría unos 47 años– había inventado un aparato denominado "La radio". Y con él los Euclidianos pasaban los ratos libres tarareando a Paul Anka o escuchando los partidos de primera B.


Levitaban los unos, los ochos escuchaban la radio. ¡Oh gnosis de la geometría! ¡Objeto, reverso, subjetividad! Entonces apareciò la tortuga.


Con la tortuga, la estructura del cuento se hace cada vez más compleja. Hasta el momento teníamos dos bandos en pugna, un hada y un cabezón. Ahora el azar de la prosa nos enfrenta a un quinto elemento, de boba caracterización. Pero no decaiga la pluma ante lo adverso y el pecho vacilante enderece su emoción.


La tortuga es un reptil quelonio, de cuerpo corto, encerrado en una envoltura ósea. No tiene dientes y su boca, provista de labios córneos, forma un pico similar al de las aves. Su carne es un alimento bastante apreciado. Hay tortugas de mar, tortugas de agua dulce y tortugas terrestres. En las islas Mascareñas se encuentran ejemplares que alcanzan a medir un metro de largo y pesan más de 300 kg.


El personaje tortuga venía de ganarle una carrera a un cascarudo compadrito y estaba exhausta. Se detuvo a beber el agua blanca de la laguna Rousselot. La brisa hacía un oleaje naiv que rompía en su caparazón. Y ella, el cosquilleo del agua, le hacía sonreír, abrir la boca alegre a la sinrazón del cielo.


Saciada la sed, mojada la panza, se echó al pasto verde a meditar sobre su triunfo. Ese cascarudo porquería no la molestaría más. Ella era la velocidad de lo humilde, el asalto del lisiado hacia un horizonte infinito.


¡Cascarudo


cachivache lerdo


juguete de la inmovilidad!


La tarde tendió una cama imaginaria sobre el cesped vegetal. El croar de las ranas se acomodó al estribillo soñador. Hubo modorra enttre los juncos. La narración hizo de la tortuga la mascota de la siesta.


¿Qué sueño loco soñó la tortuga? ¿Soñó el sueño del cascarudo derrotado? ¿De la tortuga ligera, vencedora? ¿La tortuga pistera, la acelerada en la curva?


Cuando Euclides disparó su arma, el estruendo de la pólvora puso a los competidores sobre la ruta. El cascarudo picó en punta, pero la tortuga adhirió su trompa al paragolpes del insecto. La recta principal los vió pasar a 12 km por hora, el cascarudo adelante, la tortuga detrás.


Euclides anotaba en su libreta pequeña el desarrollo de la carera. Primero cascarudo en punta, trayectoria rectilínea de vector lento, cuidada curva sobre sector derecho, susto del cascarudo que aminora la velocidad, acomodada trayectoria hacia parábola, canchera la tortuga se encuentra con la cuerda, es punta de vector hacia adelante.


El viento entraba en los ojos de los competidores. Y las pupilas aireadas veían todo diferente. Era belleza del cielo desdibujado. El vértigo para nada se adueñaba del paisaje en uso.


Me siento bien –pensaba la tortuga. Estoy primera en la carrera, entonces el cascarudo viene después.


Ahora la tortuga flecha de vector por zona queda, cascarudo es bronca en la mirada, pies que buscan con furor la posición primera, adelante la tortuga patalea tras las chapas, la lata del cascarudo abre risa, rima cantada, allá va, allá va, tortuga ruido chamamé.


Cualquiera –anotó Euclides en su libreta. Si me dejo llevar por el sonido, en vez de un cuento voy a hacer una baguala. Recordar a Quiroga, Decálogo del perfecto cuentista: Creer en Dios Y Maupassant. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra dónde vas. ¿Adónde voy? ¿Adónde va la tortuga?


Ahora el animal derrotado goléa con su llanto el tronco de unos pinos. La tortuga se levanta en andas y es algarabía trepada a su caparazón El festejo se extiende a todos los bichos de tipo "reptil", que toman el triunfo de la tortuga como un triunfo de la especie. La Especie festeja la derrota del Insecto. Hay banderas que se acreditan su rapidez, dicen viva la tortuga, abajo el cascarudo. El llanto del cascarudo es triste de ver, pegado como está, al árbol inaudit.


BAja el sol sobre la enredadera. Los colores del cielo insinúan una luna turquesa, una frambuesa amarilla. No. No empieces a escribir...


La luna ya se murió


Lugones la reventó


¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!


Lugones tiene novia.


 




Sobre un Renault sobran las nubes, extensas, y sobre todo opacas. Con la puerta abierta en ángulo agudo, y rodeados, miran la detención ambos ojos. Si dice cualquier frase que no consiga entusiasmar la porción de (razón y espera), encenderé llamas al cubrecama, y por debajo, a la cortina que filtra el óxido entre el elástico y el colchón, fofín.


Entre vericuetos por veinticinco grados de frialdad, la mente piensa. Ordena. A la repetición aparecer, poner las cosas en calma, ser parco hasta el hartazgo, después ebullir; bien calmo frente a una pequeña mesa luz pa' quel cerebro recaliente y el codo apoye en ella, la primera, los 37. Y siete frente a 25 altan la temperatura y la sangre irrumpe en los bajos de las uñas: titilan.


En un coche americano irrumpe la tercera parte, incluyente la with herself. Para sí nos dice, como somos, un pack de teorías que rozan elementos antitéticos; positivo = negativo. Dudo dentro porque está estrecho y el dolo va por las sinuosas sendas de la variedad. El contraste ínfimo que aparece entre los dos grises más sutiles de la infinita escalera.


Entre dos puntos, alumna, hay un punto. Entro ellos otro. Entre otro y el punto nace un nuevo. Entre éste y el otro, así sucesivamente.


¡Que te vayas, mediadora de circunstancias!


Los ojos, escondidos, no temen tanto, ahora el fuego previsto (pre-fijo pero no tanto) se transformó en otra humareda de la mente diletante y narcótica. Ahora se dijo, el sustain lentamente se organiza: primero dos arcos, áreas madres; dos más chicas (complejas) y por último un conjunto de signos humanos distribuyéndose el movimiento (¿balón?).


Se acerca el choque con la de los extremos, depuesta ésta (ella) sobre una butaca tendiente al cuero. La radio, que todo lo descompone. Choque: arañazos cútex maquillaje de freeshop.


En fin, la radio suspensa y otra lámpara eleva a 1000 el grado de peligro.


Somos tres: dos y la interferencia. Para el ceramista no importa (hombre menor), él lo amasa todo y saca del horno arte.


Pasea el tiempo, han evolucionado los verbos. tarea de una vida entera la realidad tripartita.


Un buque: observar: un timonel: gente de temple: dos polos. Será una distancia: madreselva, abárcala con unas pocas formas generales. Cómplice la de los ojos, bosquejé un inventario imaginado de cómo pueden traer elementos los resultados, un diccionario de sintaxis algo elegante y refractaria.


Pero la estructura irremediablemente se desvanece; el tiempo, la era, el último acto del eventual actante (excedido), se manifiesta.


Es de uso común un chorrofraseo interconexo, aunque aquí, encima, haya un llanto de incomprensión: la del americano llora y añade al plasma del relato que está perdida: "Estoy perdida".


2


Dice que "tener un Taunus, y manejarlo, incrementa la necesidad del delito". Si es negro y anda sobre la velocidad primero, será objeto de una buena intención. La paciencia rompe al volante su cerco de adverbios y arremete en vaivén inacababla; adopta, "uno se adapta" a las 2 fuerzas que más pujan lo circular.


Con la goma temprano y cerca: sobre la pintura longilínea y a intervalos ida, una idea: la del hombre que construye aquello que dibuja.


La idea dura una bocanada. El tiempo es sector de reabastecimiento y los vidrios polarizados prevén esa conveniencia: nuevas ideas se agrupen; "hagan masa pesada". Masa con un ser conjunto y reflexivo.


Si tuviera un Taunus


lo pintaría de negro


y por las noches saldría a robar.


En la casa al provecho no lo disfrutan, se transforma en galpón. Acumulados, pequeños, sistemas de imitación bailan el rito inarticulado de lo ajeno. Entonces, ¿si la mala gana coge a la máquina que hace a la gana mala soy malo? Es el momento (the top moment de) asociar una tras a las señales. Dan grupos 2. Uno nos persigue en una calesita su cultura medioeval. El dos nos atasca pronto y exige, a los gritos lo hace, una certeza.


3


La boina presenta un deshecho abrojo de viruta. Debajo, un enérgico mecanismo heredado de los yuyos entra en calor. Un principio: la tendencia a replegarse es pautar las circunstancias; como lo casi espontáneo, cual si se fuese u huésped, o su hipérbaton. Socializa con un modo de comunicar un rápido argot de 20, de diez: MD (aprox.).


(para mechar): Las lenguas bailan desde la salida del sol. Cuando todavía era noche, o el otro contingente del día venía con retraso. Gas del año ochenta y siete.


Mil quinientos millones de expectativas que se agolpan en un esfuerzo. Esa moza comprensión de los nodos y banderas que nos rodean (cuantiosos tipos en el planisferio). La madre, la madre es el que sabe, a grosso modo, hacia dónde se dirigen, aunque no todos, los caminos. Increíble. Se trata de lo que un hombre piensa: añora el intercambio.


4 (carrera de motonetas)


El movomiento en este caso incorpora un factor. Un segundo tiempo, más de dos tiempos, de frecuencia incalculable por diámetro.


Berem ber bem por dentro, los mataperros platinados. "¿Será posible reconstruir el tiempo hacia las lejanías? ¿Cuál ecuación lo lograría, el azr o alguna magia oculta entre dínamos? ¿Qué factor descifra los flujos que chocan como olas sin ondas longilíneas?"


Pero lo más importante: el presagio un buje, la presencia un remolino. Mientras tanto revuelven con furia las crestas argentinas. Pero con cuidado.


(sub)


Tras cada rancada por el espejo el polvo, arremolinada presencia en el tiempo. Dibuja arabescos lentos que se reacomodan en pista ante la llegada del desesperado escolta. No afloja el puño la de volar la casa de las nueces. Casca redondeles, velocísimos rebotando, nuevamente el polvo. Son al total más los que ventilan el podio. Atrás zumban aquellos rezagados. Vuelta que pierden a vuelta.


(sub mataperros)


Con un cigarrillo rubio entre los labios yo medía el tiempo. Con la mirada través bocanada la masa cuadrúpeda inquieta atada a tiras de cuero federal. Con el cerebro piensa: "Cría cuervos..."


Para llegar al podio se necesita audacia en las botas. La feria rafagosa se esfuma del lapso que se permite la atención y otros paisajes la recorren como el viento a sus banderas.


La atención en la furia del sudado manillar que parece inclinarse, pesado, forcejea con su equivalente en masa*. Cruje fugaz y lo reacomodan las más altas revoluciones. Los perros son sabios; se dibujan una guía estricta y finita y esperan: corazas escoradas que vendrán luchando contra la bólida regularidad. Hinchadas se ven garrafas en el box las de fragilidad temprana.


Los botines pateando las ganas sobre tres puchos sordos de pistones ladran el hambre de una carne cortada en dados y al asador. Con esos perros cazaría la mitad de los chanchos del mundo.


Cuando la ceniza cae y queda en la mancha de grasa del pecho criollo la entraña desea. Perro inútil el federal. En el podio alientos picados de ajo abajo y vino. ¿A quién muerden atados?


*Masa inflada con fibra.


5


Una familia desde hace años dividida en generaciones funciona como engranaje ficticio de la tentación y el azar: los vecinos.


A ver los vecinos; "todos a la calle y ninguna (¿y las fabriles?) permanecerá a los ojos de dios completa".


:que habita con otros en el mismo pueblo, barrio o condominio.


:cualquier persona, todo el mundo.


Planeta mío, sumamente diverso.


Orientado, consecutivo y permanente;


físicamente aparentemente eterno.


6


Se deslizan reflexiones. La cuestión, plasma del futuro sentimiento, es: insoportable idea y conducta.


La idea, con cambio automático, de eterna autonomía; su inercia masa-masa recorre, por ejemplificar, una memoria infante, playera y llena de dulce familiaridad; su proyección crónica que súbitamente avanza a la adolescencia y presenta lo mismo: ¿goce?.


Tres o tercera, verbo que se arrepiente de lo actuado; llama al ascetismo y enfría, parcialmente, el calor de los mofles dispuestos a recibir el llanto. El clímax es cuarto, entre seis, para descomponerse en desenlace y, digamos, pierde la pulseada. Nulo (5): vuelta olímpica. El sexto espera la resolución de la conducta porque así se lo ha propuesto.


"Si amasijo a mi chica, borracho, y llamo por tel al que dialogue lo vano exagerado (Ay Carver), al tiempo soy solo. Pero no es soledad el rasgo que a las cosas las incrementa, más bien en su dimensión."


Mi problema amaneció en un departamento de Vicente López. Por un tripulante del Oeste combinados, pocos términos aconsejaron pautar ejercicios. Sin embargo corresponde reservar el canto a la trascendencia. Porque una vez cumplido será lo que fue y permanecerá, como las conservas: para otra ocasión.


Ocurre un problema, y no una ni menos teoría. Sirva de excusa el ejercicio del ejemplo: cuatro personajes agrupados de a dos. Dos parejas: dos machos, hembras dos en la cuestión; lo insoportable.


Varón I: Iré, querida, a viajar alrededor del castillo.


Mujer I: Te acompañaría si así lo desearas...


Varón I: ...


Mujer I: ...momento.


Varón I: Si te aburre la idea mi pesar es grave. Ven conmigo, querida, si lo queremos.


Mujer I: Tu camino endereza, cierto, mas a regañadientes. Insisto: no seas disperso, ¿me repito en vano?.


Varón I: Quiero que conmigo...


Mujer I: Así será, querido mío.


(El castillo es inmenso, por dentro opaco, y sus amplios claustros, dispuestos en complejos laberintos, confunden la dirección del sol que ilumina a la pareja.)


Varón II: Hete reina en el reino mío. Me perturba.


Mujer II: Sí, coronándome reina has del castillo que abandonaste. Rey, fuiste apresurado.


Del Varón II: Has flameado mis párpados mientras de paso virabas con impertinencia. La lectura pobre (un nombre sobreescribía tu rostro bonito). Ese tiempo de tipo nostálgico que recuerda gesticulando, reconoce -o echa en falta- un nutriente dietario.


Mujer II: Desaprovechas el tacto visitándote. ¿Y si cambias? ¡Eh, abre los ojos! Me has dejado con opción a otra compañia. Finges "volveré atrás y haré con riesgoso impulso la zaranda", pero dudas. Tu elección se cuelga de una vigencia. Hasme trucado por un sistema, no me invites a participar de él.


Varón II: No, la razón todo lo avala.


La pareja, en romance I, perdida.


7


(¿Qué se le hace al lechón?


Sin tecnicismos asumo, el descargo en improntas.


El tiempo que dura una caza, un cerco, el tránsito al tronco y la reformulación del nudo. Dentro, seis a once últimos vagidos. La cuchillada abre tajo que parece al fluir de la sangre redondo, y no es. Borbotea más imaginado y cuando acaba gotea.


Su muerte escandalosa germina tal que un hombre optará por el alejamiento. En def., la presencia del fin de chancho resultaría en efecto: la trascendencia desde un espacio en apariencia puro y amplio.


Salvadas estridencias, 2 movimientos han quedado estrechos al recuerdo: el ahogo y el lento acercamiento de párpados desde el perímetro mayor de los desorbitados (ojos cuyas pupilas, completas, esperaban mi contramarcha). El lechón, como el hombre, cuenta con la esperanza. Sobre lo ajeno confía en el intercambio.)


8


Contar tacos de una rueda de máquina tradujo el avance a números y el idioma se puso preciso. Y si un evento en pensamiento era sentido, así él representò un ademán. Un entendimiento fue postergado: el amor (qué casualidad).


Frente al desafío, contar lo amorfo bajo una normativa, la excepción ganó por goleada. Medio al azar la cosmología, el afecto y tiempo consintieron aunarse, plantear un caos. El, que nació en Confort.


Las exposiciones, nada es imposible, mutaron de bohonomía a fidelidad (técnica o mutua), al hacho fundamental de la especulación fina y totalizadora ("Todo responde al llamado, y éste se viste, desviste con todas las ropas hechas." C. Sibilla *2).


El tiempo tensó cada palabra y estiradas lo complicaron; antes fueron enteras.


9


Que tocar enjambres temáticos; el ascenso, el descenso, lo llano (sus coetáneos) y por último la velocidad. Se convierte un movimiento.


10


Fin. Dos escapes son cruzados por diversas tareas y otro corazón acercándose. Aún así llamea, abajo de todo, una ilusión su edad de señorita, voz la de un león y la fuerza, que ni a ella resulta expresa.


En la debacle de una excursión escolar a la catedral vi lo que al inicio, previo al abordaje de la na ve-da-da vuelta, la srta. sara segre nos adoctrinó: una lámpara (quemador) honrando a la tradición.


@Hacer algo capaz de entrar en los tiempos, purgas, distracción y consuelo.


@Descartó la estructura del caso (aislado y de plano), de repetición casual: no debía, no servía deber a una retórica abstracta y desconocida. Además dicen que el mérito es uso sin brillo y la secuencia un sinfín.


El ahogo es total y no rebalsa.


Vegetal.


Es monte tupido (gargajos de floripondio).


Si rebalsa es revolución/invoquemos.


Si escoge ser un error o traición.


Si se deja se apaga


como el fósforo de cera en la ventosa


y abajo sangre fluye,


recorre porciones redondas de piel.


Y la llama se apaga ergo pierde su nombre


y en el anonimato muere.


*2: C. Sibilla tenía una tortuga llamada Chipichipa.


Desesperación siente la tortuga cuando por un descuido el hijo de un matrimonio amigo la aplasta bajo la persiana. El caparazón roto:


a partir de esta fractura del devenir, el imponderable impuesto hizo presión.


Ya nada cambiaría el estado de las cosas. El tamaño de las tablasgarras podía incluso darse un lujo: desdeñar el postulado del avant passé.


Dos primos, Trapito y Juan, muerte sufrieron un par de vacaciones antes. Guardadas en un lavadero, de su vecina Margarita, sucumbieron al ataque de fieros roedores, El primer embate le comió al capitán Juan las manos, una pata que tuvo a babor y el rabo. A Trapito le lijaron su costra queloniosa. Margarita, de composición más joven, fue desaparecida. La incursión duró lo que un festín. Juan se hizo con el sueño.




Introducción


Mañana de lluvia: barro en las calles y gotas sobre las hojas. Me trae el mismo vehículo de siempre pero me deja en otro sitio.


*


Qué noche la de anoche! Cuántas porciones para una sola ensalada a dividirse por tres!


*


Todavía no es tiempo. Hay que calentar el auto antes, hay que ponerle cebador.


*


Por la ruta hasta la rotonda, por la rotonda hasta la cementera. En la cementera nos espera la gente.


*


Describir la situación.


*


La mesa es el mejor lugar para llamar al heladero. Se acerca, husmea, mete su lengua en cada oreja, se ata los cordones y se quita las medias. Sí: se ata los cordones y se quita las medias.


*


Si no hubiese llovido tanto no necesitaría comprarme botas. La ciudad es monopolio de los zapatos.


*


Si le pican las piernas, que se avive: no es la toalla, es la humedad del piso que se aleja más lenta que el verano.


*


En la cementera la casilla da vueltas sobre sí misma sin evitar que el pasto se seque. El pasto se seca siempre. El esfuerzo florece.


*


Mil quinientos pesos vale el más moderno, y no sirve para nada.


*


Alambre de a pulgada cuadrada que alguien ha enredado a la política municipal: dos lotes, una pala mecánica y unos niños gritones. El fiambre qui parla.


*


Mañana de sol, de margaritas y amor. Si fuese un pescado nadaría en arena, cada tarde, la distancia que hay entre la ruta y mi casa.


*


Las bisagras son al proceso lo que el procedimiento es al procedimiento. El procedimiento es al procedimiento lo que el procedimiento es al procedimiento.


*


El cielo se levanta como un telón. Detrás no hay nada. No está él, ni está ella. Tampoco hay perspectiva.


*


Buscaba los libros de la escuela en el cuartito de arriba, atientas porque nunca hubo luz tan fuerte. Era una araña la que me hablaba: oh, si pudiera recordar lo que tenía que decirte...


 


1. Adiós!


En plástico todo parece más...


*


No es lo primero una montaña, no es lo primero una guadaña: la voz del balín, la voz del balín cromado.


*


Una gira va y viene universal según medias instrucciones.


*


Tres camas navegan de noche por encima de los edificios. No tienen colchón, nadie hay recostado y el humor de los ciudadanos las hace flamear de río a río.


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En el puma que trepa por las paredes como si las paredes se hubiesen inclinado noventa grados.


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En la persiana a listones que los dedos de una vieja renga con pebetes en las orejas.


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En los tres pisos, en el rincón más feliz donde el cuerpo de un linyera, en la feria que desde el balcón.


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Voy al club a bucear en los estanques y me encuentro con mamá.


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Por la derecha el camino se hace vertical, por la izquierda la vertical se extiende en el tiempo.


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Preparar una mezcla para después de comer no es lo mismo.


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Que retrete quien su rito de alcahuete: quien decán, quien de kin, también. Quien can con quien kin con.


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Cada planeta tiene su bandera clavada en el más insólito de los ángulos. Cuando hay viento los pasos se esconden del polvo en sus dobleces.


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Entre sus manos no hay madera que descanse.


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En primera fila se sientan microbios a saludar a los mosquitos. Nunca vamos al c...


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El campo es otra de mis atracciones, el campo frío y no muy verde: árboles, árboles, árboles.


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De las rejas se descolgaban predicados sin sujeto: en la esquina se tomaban un agua sin soda y en la plaza florecían palmeras.


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Puerta partida. Por ahí se pasa, por ahí tampoco.


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Fue igual a como había sido antes.


 


2. Vida de barrio


Un boulevard de panaderías: 60


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El barro se deshizo dos veces antes de ser anfitrión. Ahora deja, no porque no pueda, no porque quiera.


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En él hemos hundido al diccionario. Se amplía, uf!, estalla. A cubierto nos llueven las cifras. Por favor, ingenieros!


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El hallazgo se retrasa en sus frecuencias en la medida en que. La longitud sale a ningún lado por la boca del subte.


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Me miro los zapatos. Los dedos habrá que sacrificarlos, se han teñido y parecen dedos.


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Es hora de contar números. Segunda parte: por las dulces escalas del mármol corren ocres rehenes. Una mujer, un feto, un muerto, mis amigos y yo.


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Tercera parte: en tantos minutos hay metros por más que se mire.


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Cuarta.


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Mástil de los abedules, tu cableado impune no ha sostenido jamás un mundo.


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Cuando llueve hay ruidos que invaden la casa. No es ropa lo que tejen; saludan siempre a quienes se quedan.


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De los ladrillos el rancho se ha ido hacia atrás. La jungla, tan techumbre, observa.


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El dudo era nadar. Y ha salido por los barrios a resignar tantos que ni los electrodos se encienden.


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Las barras y los licores guiñan de a pares el susto de no encontrarse. Entre ellos pasa una media.


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Para pintar no hay brocha que alcance.Es muy ancha la dorsal para tanto billete en región. Mejor volver.


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Mejor volver.


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Hormigas


Ernesto arellamo



 


 



 


 


 


 


 


 


 



 


 


 


 



 



Director: David Wapner / Equipo de textos: Sebastián Bianchi, Ezequiel Alemian, Manuel Alemian, Ernesto Arellano, David Wapner.


©1996-2004, para todos los autores incluidos en esta publicación.


 


 





Posted by viejextemaficcion at 3:01 AM
Updated: Monday, 2 February 2004 7:06 PM

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